miércoles, diciembre 27, 2006

una historia

Hace muy poco estaba platicando con mi cuasi hermano Tomás Hernández acerca de que me es complicado escribir narrativa.
Chuck Palahniuk, autor de pocas novelas, pero muy representativas de nuestra época, como "Fight club", comentaba en alguna entrevista que, quien quiera dedicarse a escribir deberá tomar sus vivencias, escribir de lo que le sucede.
No creo en la inspiración, creo más bien en que cuando uno estpa haciendo algo, se conecta y puede seguir haciendo más cosas... ahorita estaba tecleando un texto para un proyecto, viendo simultáneamente una película de beisbolistas con Kevin Costner (que raro, ¿no?), si, quizás no sea la mejor referencia, pero la peliculita tiene sus pedacitos de flashbacks que me resultaron, por decirlo de alguna manera: nutritivos. Entonces aquí dejo este experimento de narrativa. Si encuentran algo proyectivo, mis 4 firmantes (como récord) no se lo tomen muy en serio.
Saludos.
35
Alberto se encuentra en un bar, rodeado de desconocidos pensando que sería el mejor lugar para hundirse en sus recuerdos.
Hacía 15 años que había terminado la universidad y se encontraba en una ciudad distinta de donde creció.
Cerraba los ojos y daba un trago a su bebida - escocés en las rocas - mientras paseaba el humo de su habano por boca y escuchaba el noticiero deportivo sobre la contratación de un jugador de futbol.
Hacía tiempo atrás en que sus recuerdos le venían como fotografías fijas de momentos vividos, una tras otra se presentaban mientras mantenía la mirada perdida en las luces de la barra del lugar.
Rostros sonrientes de aquellas amistades, familiares y de aquellas jóvenes de quien se interesó en alguna ocasión. Casi podía ver los destellos de los ojos cuando sentía que era visto con cariño. Sonrió.
Su vista comenzaba a vidriarse, buscó algún rostro en el bar, con el fin de distraerse e imaginarse porqué estaba ahi. Observó como discutían animadamente tres personas a las que por su modo de vestir - camisa tipo polo -, se podía decir que eran ingenieros de una planta de ensamblaje o también empleados de telemarketing.
Volvió a perder su vista en los reflejos de las luces de los autos al pasar y le vinieron más imágenes a su cabeza. Los rostros sonrientes se empezaron a mezclar con otros tristes y enojados, particularmente de aquellas a quienes no supo corresponder.
Parpadeó con fuerza por dos segundos, aspiró profundamente, levantó su cabeza al cielo, mientras veía el techo exhaló profundamente y continuó parpadeando.
El dolor no era nada nuevo para él, tenía ya varios años que se había ido de su ciudad y eventualmente confrontaba este tipo de episodios.
Una vez habiéndose repuesto volvió a mirar a su alrededor, sin embargo no había mucho en donde interesarse: una mesa con dos mujeres riñendo como casadas; en otra una pareja platicando muy interesados y cautos, como cuando apenas se inicia el cortejo y en la barra personas sumamente concentradas en su bebida, sin voltear siquiera al noticiero deportivo que ahora anunciaba que uno de los equipos locales estaba a punto de conseguir el liderato.
Alberto no escuchó más acerca de la noticia, pasó de lado hacia el baño y pensó en todas las tonterías que se pueden pensar cuando un hombre está usando un mingitorio. Sin embargo sólo pensaba en que tenía tiempo sin enviar un correo electrónico a su mejor amigo, en ocasiones estaban en contacto por medio del blog, sin embargo ya habían pasado unas semanas y ni su amigo ni él lo habían actualizado.
Salió del local y fue recibido por una oleada de aire húmedo y frio, su vaho le empañó sus lentes, se detuvo por un momento para acostumbrarse y dirigir mejor su aliento. Mientras seguía caminando tenía la mirada fija, por lo que no recordaba imágenes, ahora recordaba frases. Una tras otra se le agolpaban, algunas eran cálidas y otras le hacían sentir más frio, por lo que apretó el paso.
Se detuvo en una esquina, se quitó los lentes y algunas lágrimas escaparon de sus ojos, agachó la cabeza mientras se limpiaba la nariz. Siguió agachado, empezó a respirar con fuerza, ya tenía algo de experiencia manejando los golpes de melancolía y sabía como manejarla.
Llegó a su departamento, se dirigió al refrigerador, tomó el bote de leche y se sirvió un poco.
Se sentó en su computadora, pasó el puntero del ratón por la hora - 2:00 - y le dio la fecha: 30 de diciembre de 2010.
Suspiró y empezó a revisar algunos correos electrónicos que tenían como título "Feliz cumpleaños".
A. G. Diciembre, 2006.

2 comentarios:

... dijo...

la la la....
que bonitooo

si plis sigue escribiendo

como te dije hace rato el final te salvo :)

Eduardo Castañeda dijo...

JA JA JA
Pero ya ve que si uno escribe de lo que le pasa, lo tachan a uno como pito de Atos sintiéndose Tráiler, jajaja.
Ánimo compa, escribir es un placer, que como dice Lenny Kravitz, sería muy pendejo dejarlo al gusto de los demás.
Échese completito al Jorge Ibargüengoitia, se va a re´`ir un chingo.
Arre pues!!!