viernes, octubre 13, 2006

Travesías absurdas de un príncipe azul en decadencia, parte 1

Este príncipe recorría afanosamente las villas y las comarcas, en búsqueda de más hijastras maltratadas o también de alguna otra mujer que se hallase quedado dormida bajo el influjo de una pócima mágica o algo por el estilo.
Sin embargo no tenía éxito, las damiselas con las que se había topado, le habían dado sendos puntapiés en el trasero.
Ya que a final de cuentas, ellas mismas defendían ferozmente el lugar en su cuento, además, decían que ningún tipo vendría con la solución para sus problemas y que aún con todo, preferirían seguir con los abusos de las madrastras y seguir teniendo independencia económica; otras se molestaron porque el príncipe las había despertado del viaje lisérgico que les había proporcionado su dealer y que ellas eran lo suficientemente maduras y autosuficientes como para saber manejar su adicción.
Nuestro héroe se hallaba desconcertado. No hallaba ya su lugar en ningún cuento, porque después de todo, a él lo habían creado con esa finalidad: rescatar a las damas.
En alguna ocasión, en alguna taberna de un pequeño pueblo se le vio ebrio y se le escuchó gritar: “¡Maldición!, ¿de que sirve ser un príncipe bien entrenado si incluso ni los dragones aguantan ya a las princesas?”. Y es que era bien sabido que incluso los mismos dragones estaban optando por actividades alternativas, como por ejemplo, la carrera armamentista: rentaban su fuego a reinos en disputa para aumentar la productividad de la fundición de metal para la fabricación de armaduras, puntas de flecha y lanza, así como la producción de espadas. Ya todo había cambiado.

En alguna ocasión, nuestro héroe se enteró de que en un reino, otro príncipe había organizado un grupo de apoyo, decidió alistar su montura y partir a compartir sus amarguras.

Fin de la parte 1.

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